miércoles, 28 de agosto de 2013

Democratizacion partidaria del peronismo: militancia con internas

27 August 2013 at 22:23 

La receta para evitar los errores de 1955 y 1975-76. Al acercarse el 2015 es útil reflexionar, a partir de testimonios inéditos, cómo el peronismo encaró dos transiciones anteriores en 1955 y en 1975-76. 

Fueron forzadas e inconstitucionales. La del 2015, será dentro del mecanismo constitucional y constituirá un logro indiscutible los 30 años en democracia que se cumplen el 10 de diciembre de este año. 

Durante todo el periodo que va de 1946 a 1955 Perón se opuso en los hechos, pero no en el discurso, a que el movimiento se institucionalizara en un partido político democrático, donde sus autoridades, candidaturas y plataformas electorales se discuten y se deciden democráticamente con la intervención y el voto de los afiliados y la militancia. 

A partir del golpe fallido del 16 de junio de 1955 liderado por los sectores anti-democráticos de la marina, Perón cambia su gabinete. 

Oscar Albrieu, que reemplazó a Borlenghi en Interior, me relató en su departamento porteño (era puntano) en la calle Sánchez de Bustamante (casi esquina Santa Fe) que acordó con Perón un cambio de política. 

Se le permitiría a la oposición acceder a las radios y se revitalizaría al movimiento Peronista (Partido Justicialista). Entonces, en julio de 1955, a poco del fallido intento de golpe de junio, el tema organizacional pasó entonces a ser un tema presente en el gabinete de Perón. 

Albrieu recordaba que Perón aceptó diciendo: “me pesa demasiado la chaquetilla” refiriéndose al uniforme militar. 

Por su parte, según Alfredo Gómez Morales, Perón hacia un tiempo que estaba preocupado porque su doctrina no era recibida con el mismo entusiasmo como en los primeros tiempos. 

Tal situación hizo que Perón reemplazara al Almirante Tessaire como jefe del Movimiento Peronista por el Dr. Alejandro Leloir también en julio de 1955. 

En la ciudad de Buenos Aires el nuevo interventor del partido nombrado por Perón, John William Cooke, se encontró con que era muy difícil contar con organizaciones de base. Hacia años que estaban moribundas. 

Sus segundos, César Marcos y Raúl Lagomarsino, recuerdan que todo lo que existía eran los edificios y que en medio de atentados y bombas, tiroteos con la policía y otros hechos violentos que caracterizaron al período entre junio y septiembre de 1955, era imposible organizar la participación de afiliados y de las masas que el peronismo había logrado movilizar al principio. 

En realidad, el problema venía desde los comienzos del gobierno peronista. Después del triunfo electoral de febrero de 1946, la coalición triunfadora fue disuelta reemplazándola por el “Partido Único de la Revolución Nacional”, que finalmente fue dejado de lado por el Partido Justicialista, más tarde Peronista. 

Después de 1946, Ricardo César Guardo fue el responsable de una de las tantas reorganizaciones dispuestas desde arriba, que continuaron hasta 1955. Las consecuencias se agravaron con las proscripciones entre 1955 y 1973 y para colmo se siguió con las intervenciones entre 1973 y 1976. 

Guardo en 1980, en su departamento en Barrancas de Belgrano, recordaba que en 1947 la intervención venía dando resultados decepcionantes: “Nos reunimos con Perón. La jerarquía del movimiento me criticó severamente por los retrasos y falencias”. También dijo que luego discutió el tema con Perón a solas buscando las causas del fracaso: “Quería saber de donde provenían los obstáculos”. 

La respuesta de Perón, según Guardo, fue la siguiente: “Me sorprende giovanotto, lo creía más despierto políticamente. Yo soy el que crea obstáculos. No quiero que me conviertan a esto en un partido político”. 

Así fue que hasta 1955 el peronismo nunca tuvo ni debates ni elecciones internas. Todo eran clases magistrales y conferencias sobre conducción dadas por Perón. El Justicialismo no había logrado institucionalizarse como partido político. 

Respecto del proceso que desencadenó el golpe de estado de 1976, Ángel Federico Robledo, Ministro de Defensa de Campora y de Perón en 1973, fue nuevamente convocado en julio de 1975 por la presidenta. 

En ese momento, cuando el gobierno de María E. M. de Perón entraba en crisis ante el rechazo por el movimiento obrero del Rodrigazo, la salida forzada por el General Alberto Laplane de López Rega y, en particular, por la ausencia de una estrategia para superar la crisis, Robledo me relató que le propuso a la Sra. de Perón “oxigenar al partido con elecciones internas en la Capital y las provincias, una serie de licencias de la presidenta ante su desprestigio irrecuperable con viajes al exterior para llegar a las elecciones de 1976”. 

Sin embargo, López Rega seguía boicoteando todo intento de institucionalizar democráticamente al partido dándole instrucciones a Isabel a través de Raúl Lastiri que vivía en el chalet presidencial en Olivos. 

Según cuenta Julio González, Secretario Técnico de Presidencia, “todos los nombres de los ministros de sucesivos gabinetes venían con letra de Lastiri”. 

Lorenzo Miguel le negó apoyo al plan de Robledo, urdiendo la internación de Isabel en el Mater Dei donde no veía al gabinete. Videla, Viola y Massera mientras tanto conspiraban. 

Así se llega al golpe del 24 de marzo de 1976 con el partido Justicialista paralizado, sujeto como es lamentable costumbre, a intervención desde arriba, vacío de la imprescindible actividad militante de los afiliados y de los que no lo son, vapuleado por rencillas provocadas por le verticalismo obsecuente. 

En la actual situación política el golpe destitutivo no es factible, pero intervencionismo desde arriba y la ausencia de un papel para los militantes en la elección de candidatos sigue presente. 

En conclusión, como el kirchenismo resiste bien a la adversidad no es improbable un repunte. 

Pero la mejor forma de evitar el síndrome del “pato rengo” es volver a lo propuesto por Albrieu y Robledo, actualizado por Daniel Scioli y Jorge Capitanich: usar las PASO dentro y fuera del peronismo para darle legitimidad y fuerza a la sucesión. 

Utilizar plenamente las PASO en el 2015 le dará un papel a los ciudadanos que apoyaron al partido justicialista del pasado y a los que se entusiasmaron con su re-encarnación en el Kirchenismo sin caer en el internismo compulsivo de los radicales 

De hecho, el mismo Néstor Kirchner en “Después del Derrumbe” escribe que la solución para sortear la crisis de representación consiste en más democracia y participación. La salida más airosa y prometedora del peronismo y del kirchenismo sería evitar los errores del pasado.