lunes, 25 de mayo de 2015

El triunfo de una nueva aristocracia

por Guillermo Makin (*)

UN MODELO PARA POCOS

Desde que asumió el gobierno de coalición entre conservadores y liberaldemócratas en mayo de 2010, se han profundizado la desigualdad y las recetas que achican el Estado en favor de las finanzas y el sector privado. La evasión impositiva y los beneficios fiscales para las minorías más poderosas se amplían al ritmo de los recortes del gasto público, y en particular, del gasto social. El descontento es contenido por medio del encarcelamiento y la venia de los principales medios de comunicación con el gobierno. No obstante, los perjuicios de un modelo sostenido en una economía improductiva se manifiestan también en su política externa, que no consigue disimular su decadencia.

Vale la pena ocuparse del Reino Unido ya que es un país que crea instituciones y atraviesa procesos que posteriormente surgen en otros países. Tal es el caso de la monarquía constitucional, la creación del primer banco central, la revolución industrial, la sociedad postindustrial, llegando, en la actualidad, al surgimiento de una sociedad bajo la influencia del enorme sector financiero que genera el 14,6% del PIB, mientras que en Alemania y Francia representa un valor menor al 5%. La hiperpoderosa City londinense genera problemas: socializa pérdidas y privatiza ganancias, sin sonrojos, con pocas objeciones y sin ningún plan de reforma por parte del sistema político.. Las que siguen son algunas de las características de un sistema que, tal vez, pueda repetirse en otros países.

Poder oligárquico

El mecanismo que impulsa el sistema británico lo identificó el historiador Sir Lewis Namier, al explicar que la Inglaterra del siglo XVIII era el gobierno “de una aristocracia morigerada por disturbios”. En este siglo, según Ferdinand Mount (1), una “aristocracia actualizada” sigue en el poder. El ideólogo thatcherista parece haberse asustado del monstruo que contribuyó a crear en los 80 y que el laborismo no quiso desarmar cuando gobernó entre 1997 y 2010.

En 2014 el poder lo ocupa una coalición conservadora- liberaldemócrata, una novedad –salvo durante los períodos de guerra– que refuerza este elitismo característico. Tanto el primer ministro, David Cameron, como la mayoría de su gabinete fueron a colegios de élite, como Eton, donde también asistieron los príncipes William y Harry. Hasta el ministro de Educación Michael Gove y un diario archi-conservador como el Daily Mail se quejaron de este elitismo en el gobierno. De ahí que se perciba como una realidad y no como una reliquia feudal un gobierno de pocos para beneficio de pocos, que vigila los intereses de una elite privilegiada y variopinta que rige un reino cada vez menos unido.

Comencemos desde arriba: el príncipe Carlos de Gales  reformó su herencia centenaria, el ducado de Cornwall, y la transformó en un holding. Margaret Hodge, presidente de la Comisión de Cuentas Públicas de la Cámara de los Comunes, cuestionó la equidad del arreglo por el cual el príncipe paga impuestos voluntariamente. Ante eso, se alzaron algunas tímidas voces de protesta pero nada cambió para el heredero a la Corona.

El sistema también beneficia a empresas nuevas como Google, Starbucks, Café Nero, Amazon, o a individuos como Philip Green, dueño de las cadenas de ropa Top Shop y Dorothy Perkins. La mayoría de estas empresas evaden impuestos, según publican los medios, pero nada cambia. Algunos casos son ilustrativos, empezando por Amazon, cuyas ventas en 2013 totalizaron U$S 7,24 mil millones pero sólo pagó impuestos por U$S 7,06 millones (0,9 %). Green cobró un dividendo de U$S 2,2 mil millones, pero evitó pagar U$S 505 millones por residir en Montecarlo. Asimismo Barclays, un banco de vieja estirpe y rectitud cuákera, ahora es famoso por dedicarse a su propia evasión impositiva y la de sus clientes, al igual que el HSBC, según el Tax Justice Network, que estima que ambos bancos evitaron pagar U$S 4,37 mil millones.

Esta difundida práctica delictiva de evadir impuestos agresivamente parece menor cuando se tiene en cuenta que los bancos británicos, desde 1991, venían manipulando a su favor la tasa LIBOR que afecta transacciones financieras en todo el mundo. El monto de la estafa es una cifra incalculable de trillones de dólares. En este caso sí, la Reserva Federal en Estados Unidos y el Banco de Inglaterra, el banco central británico, impusieron multas por centenares de millones de dólares y ajustaron la legislación regulatoria. Claro que, comparado con el monto de un fraude mundial que duró décadas, las multas son ínfimas y se recaudaron tarde. Ambos bancos centrales demostraron tener conocimiento del delito, confirmando que el delito de guante blanco recibe penas y multas leves.

Richard Brooks (2) sostiene que el Estado británico es cómplice de los evasores y que la estimación gubernamental de que se evaden U$S 6,6 mil millones anuales, es sólo una fracción del total. Este diagnóstico coincide con un estudio de la TUC (Trades Union Congress), que sostiene que la evasión anual de individuos llega a U$S 20,19 mil millones y la de las compañías a U$S 21,88 mil millones. Sumas que, de recaudarse, cancelarían 43% del déficit fiscal de U$S 156 mil millones, equivalente al 5,8% del PIB en 2013 según la ONS (Oficina Nacional de Estadísticas). Por su parte, Tax Justice Network calcula que se evaden U$S 67 mil millones anuales y concuerda en que el Estado británico es cómplice.

El nuevo presidente del Banco de Inglaterra, el canadiense Mark Carney, dijo mientras era presidente del Banco Central Canadiense que la acumulación por parte de compañías de gran cantidad de dinero en efectivo, en su mayoría en paraísos fiscales, constituye “dinero muerto”. Claro que no ha dicho qué hará para combatir tal fenómeno. Por el momento, se limitó a llamar a las empresas a tener una conducta más ética y no buscar sólo la ganancia cortoplacista.
Aunque la renuencia a pagar impuestos no es monopolio británico, la City londinense, con su red de paraísos/guaridas fiscales en colonias británicas, ha llevado el asesoramiento y la implementación de la evasión a un grado de perfección inigualable. Esta red internacional de la City explica que la decadencia no sea más dolorosa y acelerada; desde los 70 sustituye al Imperio perdido en los 50 y 60 como un sistema alternativo para succionar recursos hacia el Reino Unido desde el resto del mundo.

El primer ministro Cameron se queja de que estas prácticas corroen la confianza pública en la capacidad del Estado de gestionar los asuntos públicos, pero al igual que sus predecesores laboristas, es renuente a realizar reformas impositivas. Alega, con razón, que las reformas requeridas, para ser efectivas, deben tener alcance mundial. No obstante, en la intimidad del G20, son el Reino Unido y Estados Unidos quienes impiden la sanción de medidas que apoyan los demás países.
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Según dijo Lynn Forester de Rothschild, CEO del holding homónimo, en el Financial Times (20- 05-14), se registra un cambio en la opinión pública: el 61% del electorado votaría por el partido que prometiera ser más duro con el “big business”. La pregunta es qué partido lo propondrá. El laborismo se ha volcado hacia el centro, alejándose del socialismo. No parece ideológicamente dispuesto a ofrecer medidas capaces de hacer frente al problema y está lejos de Thomas Piketty, el economista estrella que tanto desvela a la derecha británica que no logra rebatirlo.

Dogma conservador y austericidio

Desde que asumió en mayo de 2010, el gobierno de coalición sigue una política afín a su dogma conservador: reducción de las dimensiones del Estado, recortes al gasto público y particularmente al gasto social, que beneficia a los sectores de menores ingresos.

Entre 2012 y 2015 los cortes sumarán U$S 210 mil millones. Paralelamente, en el presupuesto de 2012 se redujo la tasa que deben pagar los mayores contribuyentes del 50% al 45%, alegando que era necesario premiar la iniciativa privada.

Las maniobras para evadir impuestos que se detallaron anteriormente prueban que el Reino Unido sigue siendo algo muy parecido a lo que decía Namier. Pero a diferencia del siglo XVIII, en la actualidad los disturbios desaparecieron por la drástica aplicación de penas. Según la BBC, en agosto de 2010, hubo unos 3.000 arrestos, de los cuales 1.715 fueron procesados con inusual celeridad. El 65% recibió condena de prisión, un porcentaje que carece de precedentes (en general ronda el 10%).

Las rebeliones estudiantiles que se produjeron en varias ciudades cuando se suplantó el sistema de becas prevaleciente desde la Segunda Guerra Mundial por un sistema de préstamos fueron reprimidas con la misma dureza. El ejemplo más sonado fue el de Charlie Gilmour, de la Universidad de Cambridge, hijo adoptivo del guitarrista de Pink Floyd, David Gilmour, quien fue condenado a 16 meses de prisión. La sentencia fue confirmada pese a las protestas de profesores que temían que la severidad de la pena desalentara a otros estudiantes a manifestarse, y a pesar de los alegatos de los abogados de primer nivel que pagó el padre. Así, la protesta social que prometía dificultarles las cosas a conservadores y liberaldemócratas se diluyó debido a lo duro de las condenas judiciales.

La City de Londres también actualizó los mecanismos de ingeniería financiera para asegurar mayores ganancias a los ejecutivos que administran las empresas, en congruencia con un gobierno que gestiona para el beneficio de una minoría. El Sunday Times publicó en mayo de 2014 la lista de los súper ricos. Allí se revela que residen en Londres 104 billonarios en libras, es decir personas con fortunas que exceden los U$S 1.680.000.000 cada uno (3), acumulando U$S 505 billones. Moscú tiene 48 y Nueva York menos todavía: 43.

Otro problema que aqueja a la economía británica es el inexplicable desapego a las ideas de quien quizás sea el economista británico más influyente del mundo, John Maynard Keynes. Tras seguirlo en la posguerra, el clima ideológico viró hacia la derecha bajo el thatcherismo. Desde entonces prevalecen recetas que buscan reducir el gasto público, recurren a la tercerización conduciendo al deterioro de la calidad de los servicios, pero paradójicamente fracasan en la reducción de la deuda pública y el déficit fiscal.

Paul Krugman, el premio Nobel de Economía, cataloga a los británicos de austericidas. Alega, en The New York Times, que “es realmente asombroso” que un crecimiento de la economía de sólo un 3% en 4 años se exhiba como un gigantesco triunfo político. La BBC, pese a su supuesta autonomía protegida por ley, se une a los demás medios mayoritariamente conservadores para proclamar el renovado crecimiento económico machacado por el gobierno de coalición, con un ojo puesto en las elecciones de mayo del 2015. Las cifras sin embargo presentan una realidad muy distinta. La deuda pública, que los laboristas redujeron al 44,5% del PIB en 2008, trepó espectacularmente cuando hubo que salvar a los bancos –negligentemente mal regulados por el laborismo–, llegando al 67% cuando asumió el gobierno de coalición en 2010. Desde entonces, la deuda, según la ONS, trepó al 90,6% del PIB en 2014.

Sin embargo, las elecciones regionales y al Parlamento Europeo del 22 de mayo de 2014 sirvieron para castigar al gobierno. El nuevo partido anti Unión Europea y antiinmigración, el UKIP, estableció un record: superó a los partidos tradicionales, obteniendo 161 concejalías, aunque no llegó a gobernar ninguna ciudad. Esta situación confirma que el electorado está mal dispuesto hacia la coalición de gobierno, pero quiere saber qué hará el laborismo si vuelve al gobierno en el 2015 como indican las encuestas.

Los comicios del parlamento europeo castigaron particularmente a los liberaldemócratas, que parecen cercanos a la extinción. Tenían 10 diputados y los perdieron todos. Los laboristas aumentaron su representación con 7 legisladores y los conservadores perdieron la misma cantidad. Sin embargo, los resultados del UKIP, que ganaron 11 bancas, pueden no repetirse. El electorado británico demostró repetidamente que vota de una manera en este tipo de elecciones y de otra cuando se decide quién gobernará.

La burbuja inmobiliaria

La desregulación del crédito hipotecario iniciada bajo el gobierno de Margaret Thatcher, y continuada por los laboristas, llevó a que la propiedad alcanzara precios record internacionalmente. Una vivienda minúscula en Londres vale un millón de libras (U$S 1.680.000), por lo que cada vez son menos los que pueden acceder a la casa propia, problema que se agrava porque se construye poco. A su vez, razones demográficas agravan el cuadro: las familias tipo ya no son tantas y es mayor el número de personas que viven solas. Con la crisis de 2008, el crédito hipotecario, que se había disparado, se retrajo, y con él la actividad económica vinculada al sector.

Como el gobierno de coalición por dogma abjura de planes de desarrollo industrial o de modernización de infraestructura –el único implementado, una nueva línea de subterráneo en Londres, fue heredado de los laboristas–, para aliviar la crisis de la vivienda apeló a un plan que facilitaba el adelanto exigido a quienes sacaban una hipoteca. El resultado fue que los precios de las propiedades en Londres subieron un 17% en pocos meses.
Frente a esto, José Viñals, director de estabilidad global del FMI, advirtió que podría desatarse una burbuja por el crecimiento del precio potenciado por el plan mientras que Mark Carney, presidente del Banco de Inglaterra, declaró que el boom de la propiedad constituía el mayor riesgo para la recuperación de la economía.
Dada la importancia del tema para el electorado, habrá que ver si el gobierno resuelve el problema con vistas a las próximas elecciones generales en mayo de 2015.


El evidente fracaso de la ortodoxia
Para el 2014 el gobierno estima, y en general lo hace mal, que el PIB crecerá un 2,9% anual y en 2015 un 2,5%. Después de una caída tan prolongada como brutal entre el 2008 y el 2013, con tasas de crecimiento negativas o positivas menores al 1%, cabría esperar un rebote más espectacular.

Según Poverty Site, a este escenario deben sumarse enormes desigualdades regionales en los ingresos, manifiestas aun dentro de Londres, y un total nacional de 13 millones de pobres, es decir, un 20% de la población. Antes de Thatcher, en 1979, el índice Gini era 0,26, mientras hoy es 0,41 (siendo 0 equivalente a igualdad total y 1 a desigualdad total).

Por su parte, 45 de los 59 obispos de la Iglesia Anglicana, junto con líderes religiosos de otros cultos, le escribieron al primer ministro señalando que “el hambre era una crisis nacional”. Citan al Russell Trust, que administra la red nacional que reparte alimentos a los necesitados: para 2013/14 informaron que 913.138 personas, de los cuales 330.205 son niños, recibieron bolsas con provisiones, un aumento del 163% desde el 2012/13. La razón principal de este incremento son los cortes a los subsidios sociales.

Hasta Justin Welby, el Arzobispo de Canterbury (anglicano), ex alumno de Eton y Cambridge, y alto ejecutivo de varias petroleras en su juventud, criticó al gobierno por cortar beneficios sociales y lo acusó de librar una guerra contra el norte, la zona más empobrecida de Inglaterra La elite tampoco gobierna para el ejército de 2,5 millones de desempleados, 6,8% de la población, porcentaje al que hay que agregar desempleados clasificados como minusválidos por el “traspaso” estadístico de la época de Thatcher y 4,6 millones de cuentapropistas.

Ocurre que una peculiar mezcla de factores como la flexibilidad laboral y de jornales, gremios debilitados, caída del salario y de la productividad, generalización de contratos basura y del cuentapropismo –al que se sumaron 367.000 personas entre 2008 y 2013– explica este grave problema social. El Reino Unido se constituye así en el caso prototípico de una evolución hacia la desigualdad que mina la gobernabilidad democrática, tal como lo explica Thomas Piketty.

Particularidades del sistema político

A pesar de sus inicios oligárquicos, el sistema político británico fue creando una serie de mecanismos democratizantes que demostraron ser eficaces para la administración del Estado. Sin embargo, en las últimas décadas el sistema ha vuelto a gobernar para pocos, y no busca solucionar los problemas de fondo que aquejan al sistema político y económico.
Su funcionamiento institucional se caracteriza: por ser un sistema electoral de circunscripciones uninominales, que crea un vínculo directo entre el legislador y su circunscripción; por una alta gobernabilidad que proviene de la elección por simple mayoría de los legisladores: de esta manera, los gobiernos con poco más del 40% del electorado logran el 60% de las bancas;  por la no separación entre el Poder Legislativo y el Ejecutivo, sólo hay separación con el Poder Judicial.

           Además, la estricta disciplina parlamentaria y la ausencia de requerimientos de quórum, hace que los gobiernos británicos de posguerra, según R. M. Punnett, puedan aprobar el 84% de la legislación que proponen, algo que los sistemas presidenciales nunca logran.

 Asimismo, el sistema judicial acata la supremacía del Parlamento. Nunca se cuestiona judicialmente una decisión gubernamental; no hay recurso de inconstitucionalidad.

      La Constitución por su parte – que es escrita pero no está codificada–, se reforma por una ley ordinaria.

E     En el caso de que se produzca una crisis política, se puede llamar a elecciones que se celebran a un mes de convocadas, mientras que a pocas horas de los comicios, el nuevo gobierno ya puede entrar en funciones, a menos que haya que gestionar una coalición.

Asimismo, el nivel de renovación de la clase política es alto: internaliza las derrotas y renuncia.  Para la elección siguiente el partido derrotado reorganizó sus propuestas y sus candidatos.

Por otro lado, desconocen el sistema federal. Las autonomías relativas de Escocia, Gales, Irlanda del Norte y Londres fueron otorgadas por ley del Parlamento durante la última administración laborista, y el mismo mecanismo puede anularlas. La excepción será lo que resulte del referéndum convocado por el gobierno del Partido Nacional Escocés para el 18 de septiembre de 2014. Cabe destacar que según todas las encuestas, el electorado escocés parece inclinarse a no votar por la independencia. Los escoceses están demasiado acostumbrados a buscar su fortuna en Inglaterra. La reciente crisis bancaria que afectó a dos bancos escoceses, solo pudo ser resuelta por la intervención del Banco Central británico.

Como señala Piketty, entre ambas guerras mundiales y hasta los 80, hubo políticas de planificación estatal que redujeron la desigualdad y permitieron al Reino Unido sobrellevar la crisis de 1930 y enfrentar sin aliados al nazismo, hasta la entrada de Estados Unidos en la guerra. Con el viraje hacia la derecha de fines de los 70, se aflojó la supervisión financiera y el rigor impositivo se diluyó, llegando a la dramática situación actual de desigualdad.

Una política externa estancada

La política exterior británica es la de un país penosamente consciente de su decadencia económico-militar que además no da muestras de creatividad e insiste con las constantes seguidas desde la Segunda Guerra.

En primer lugar, continúa su histórico poco entusiasmo por la Unión Europea. En los 50 y 60 el Reino Unido trató de crear un bloque rival que fracasó en su intento de competir con el entonces Mercado Común Europeo. Por esa razón, en los 70 solicitó ingresar pero De Gaulle se opuso. Su experiencia con Churchill durante su exilio en Londres le hizo predecir acertadamente que ese país siempre iba a preferir a Estados Unidos y al ex imperio. Por lo tanto, Gran Bretaña recién entró a la Unión en 1973 tras el retiro de De Gaulle, un ingreso tan cuestionado que tuvo que ser confirmado por plebiscito en 1975. Sin embargo, desde entonces siempre buscó excepciones y condiciones especiales, al punto de que la Unión Europea les reprocha ser “non-cummunautaire”. Asimismo, el Reino Unido objetó al euro por razones más emocionales que económicas, y se regocija en voz alta con las dificultades que generó en economías disímiles. En la actualidad, tanto el UKIP como los conservadores quieren otro plebiscito, por lo que la pertenencia o no a la Unión Europea continúa siendo un tema candente en la agenda política británica.

Por otra parte, el país tiene poca conciencia de la forma en que la globalización, junto con la decadencia económico-militar-tecnológica, han reducido la capacidad británica de tener una política exterior propia.

Los aislacionistas sueñan que el Reino Unido tiene peso suficiente para negociar solo, pero nadie en la Unión Europea comparte semejante delirio.

En cuanto al vínculo con Estados Unidos, Gran Bretaña busca con notoria desesperación continuar la relación especial que mantenía con el viejo socio transatlántico, que cada vez se manifiesta más atraído por otras regiones, como Asia o la Unión Europea, donde sabe que el Reino Unido no influye demasiado por su aislacionismo.

Con respecto a las ex colonias, mayormente las islas en el Caribe, le sirven como red de paraísos/guaridas fiscales, así como Gibraltar o las islas más cercanas al Reino Unido: Guernsey, Jersey y la Isla de Man.

Por su parte, la Commonwealth, creada para disimular la desaparición del imperio, es una ficción que sirve a fines culturales y políticos cuando no hay conflicto. Mientras que cuando sí hay problemas, como en el caso del apartheid, cada miembro persigue sus propios intereses.

Los países grandes hace décadas que tienen políticas exteriores autónomas, por lo que los únicos disciplinados son los paraísos/guaridas fiscales.

Siguiendo con otras latitudes, Latinoamérica es hoy una baja prioridad. Las importaciones y exportaciones británicas a la región no llegan al 3% de su comercio exterior. Hasta la guerra de Malvinas ni siquiera tenían espías en la región.
En relación al archipiélago en disputa, permiten que los kelpers, por ser blancos y de descendencia británica, ejerzan un veto sobre cualquier iniciativa relativa a América Latina, ya ab initio distorsionada por la renuencia británica a cambiar el statu quo en el Atlántico Sur. Este es quizás el delirio más flagrante de la política exterior británica teniendo en cuenta que, como señala Lord Shackleton (4), el reconocido experto en la economía de las islas, “las Malvinas no son económica ni demográficamente factibles sin la Argentina”.

Por último, Gran Bretaña se aferra a su adscripción al Consejo de Seguridad, ya que pertenecer a él es entendido como indicador de que aun se cuenta entre los grandes de la ONU. Durante décadas justificó así un gasto en defensa superior al 7% del PIB que distorsionó al conjunto de la economía. Por eso se utiliza en Gran Bretaña la metáfora de que el país compite como peso pesado cuando ya no lo es. Para seguir en el directorio de la ONU renueva una flota de submarinos nucleares porta misiles –reducida de 4 a 3– con tecnología prestada por Estados Unidos, que nadie entiende en qué hipótesis de conflicto serían usables.

Finalmente, se puede afirmar que la proyección mundial del poder militar británico se ha reducido más aún desde 2010. Su flota carecerá de portaviones probablemente hasta el 2020, y cuando entren en servicio, de todos modos no hay presupuesto para aviones. El esfuerzo realizado para la construcción de submarinos y portaviones es una clara evidencia de que los recursos requeridos para seguir en el club de las potencias medianas de rango superior están más allá de sus posibilidades fiscales. g

1. Ferdinand Mount, The New Few: A Very British Oligarchy, Simon & Shuster, Gran Bretaña, 2012.

2. Richard Brooks, The Great Tax Robbery: How Britain Became a Tax Haven for Fat Cats and Big Business, Oneworld Publications, 2013. 

3. El tipo de cambio utilizado es de £ 1= U$S 1.68. 4. En una conversación mantenida con el autor.

3. El tipo de cambio utilizado es de £1=U$S 1,68.

4. En una conversación mantenida con el autor.

(*)  Ph. D. Universidad de Cambridge, comentarista de temas argentinos y británicos, investigador del Centro de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Cambridge.


© Le Monde diplomatique, edición Cono Sur 

martes, 4 de febrero de 2014

QUIEN SOY

Guillermo A. Makin: Politólogo argentino. Senior Research Associate, Centre of Latin American Studies, University of Cambridge. Ph. D. Universidad de Cambridge otorgado en 1984: “Las crisis políticas argentinas: 1955 y 1975-76”. Licenciatura en Ciencia Politica, Diploma de Honor, Universidad del Salvador, 1976. La Universidad de Belgrano le otorgó el título de Profesor en 2001.

El tema de la tesis me llevó a entrevistar a actores políticos relevantes entre 1980 y 2003. Este cuerpo de documentación original es la base de un proyecto que analiza la evolución política e institucional argentina en los 30 años transcurridos desde 1983.

Vivía en el Reino Unido cuando estalla el conflicto del Atlántico Sur llevó a que muchos en el Reino Unido se interesaran en su línea de investigación dado que permitía contactos con políticos argentinos fuera del marco diplomático. Fui consultado por la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara de los Comunes en 1982 y 1983. Tras mi testimonio la Comision me pidio por escrito que entrevistara al espectro político democrático para establecer qué figura de transacción era políticamente viable. Sigo trabajando este tema.

Los medios argentinos y británicos me consultan con frecuencia sobre el tema Malvinas y sobre política británica.

Publique un libro comparando el sistema parlamentario británico con el presidencial “Presidencialismo y Parlamentarismo: un estudio del caso británico”, El Cid editor, http://www.e-libro.net/libros/libro.aspx?idlibro=90

Tambien publiqué numerosos artículos periodísticos y otros con formato académico.

Fui profesor de las Universidades de Bologna (Sede Buenos Aires) y de la Universidad del Salvador.

domingo, 26 de enero de 2014

Changes in democratic Argentina: 1983 to the present





openDemocracy
Published on openDemocracy (http://www.opendemocracy.net)

Guillermo A. Makin [1] 26 January 2014
The ability of Argentine democracy to tackle reforms when they appear both overdue and feasible, instead of attempting them all at once, might yet come to be regarded as constituting one of its hidden strengths.  

The best way to celebrate the thirtieth anniversary of the return of democracy to Argentina is to reflect on the opinions and actions of relevant political actors engaged in changing political and institutional practices.

Democracy 

Beyond the mere but essential feature of free election of office holders by the citizenry, securing elections with no fraud and with no party being outlawed as in elections held between 1932 and 1943 and 1955 and 1973, is no mean achievement.

In order to survey this evolution without an inferiority complex, a point made by John Dunn, emeritus professor of political theory at King's College, Cambridge, in the Henry L. Stimson Lecture on World Affairs in Yale in 2011, should be taken into account. He states that democracy has to become acclimatized in each country by adapting to local circumstances. In his latest book he develops the view that the quest for democracy is a neverending, perpetually unfinished journey.

David Runciman further argues that democracy is superior to dictatorship because it is not as rigid as the latter. Electorates are fickle, and the politicians they elect respond by flip flopping, frequently shouting in an unseemly cacophony and indulging in name calling. In short, everything is very messy, as Tocqueville found in the United States in the early nineteenth century. However, democracy, as Runciman sees it, is better at getting out of holes and is thus best placed to win wars and resolve economic crises.

There is every reason to believe that Argentine democracy has begun to develop democratic practices that are very much its own, such as adopting compulsory voting as a mechanism of incorporation, and the capacity of the central government to depose governors in the provinces. Moreover, when the Argentine political system has chosen a path that did not yield the expected result, the electorate has shown it is willing and able to rectify unfruitful choices and that they are perfectly capable of finding alternatives.

We may turn to Guillermo O'Donnell [11] for the categories we need to look more closely. His term bureaucratic authoritarianism (BA) covers the period when Argentina was in the midst of a series of alternations between democracy and authoritarianism, the latter spawned by military coups. Later, when change was afoot, he developed the modalities of the transitions from authoritarianism to democracy and called the emerging democracy, delegative democracy, arguing that it featured a democratically elected presidency that rejected the more restrictive  institutions, as was mostly the case under President Menem (1989-1999). However, the Kirchner period (2003-2015?) has left this category behind. Restoring the capacity to govern of the presidency undermined by congressional activism during the 2001-2002 crisis, Kirchner has secured the approval of key reforms by working with Congress and reforming the Supreme Court. The Kirchner administrations show that even in the midst of an unprecedented economic crisis, Argentine democracy has begun to restore institutions in ways that reflect the choices and views of the electorate regarding the reforms required.

Prior to 1983

Interviews with some of the political actors involved have led me to conclude that prior to 1983, Argentine politics were undermined by the following flaws:
  1. A majority party with a faulty political structure, firstly because of the imprint of two charismatic leaders, Perón and Eva Perón, secondly because Perón made it clear to those working close to him, and despite public protestations urging the movement to organise as a political party proper, that he did not want a party. Thirdly, the consequences of the ban on Peronism between 1955 and 1973, as pointed out by Angel F. Robledo who as vicepresident and minister of the Interior in 1975-76 sought to democratise the party, was that  "it had the same effect as malnutrition on a body ".
  2. The low level of militancy in the periods close to military coups that failed to prevent them.
  3. The courtly practices that surrounded the first Peronism, (1946-55) when Peron himself said that he was surrounded by ‘brown-nosers’; and the second, (1973-76) when ‘the court’ - led by Mrs. Peron and José Lopez Rega - led Perón to accept a Presidency that he did not want. With Mrs. Peron, his widow, courtly practices included López Rega, likened by many to Rasputin, hiding behind curtains when other Ministers such as Alfredo Gómez Morales held meetings with her. After López Rega was ostensibly removed from office on General Alberto N. Laplane’ initiative, his influence continued to be felt via idiosyncratic political moves and cabinet appointments through his son-in-law Raúl Lastiri who secretly lodged in the Presidential Residence in Olivos, according to Julio González, one of Mrs. Peron’s closest members of staff.
  4. Lack of a Coordinating Cabinet Minister if a president was incapacitated by illness. In a cabinet of peers, none could call a cabinet meeting, oversee or coordinate.
  5. A rigid presidential term which was not capable of being cut short by crises. Presidential resignations were rare. This feature also noted by Juan Linz, was aggravated by the absence of legal or constitutional replacement mechanisms.
Political actors since 1983 have gradually sought to tackle the manifestations and causes of the above flaws in these thirty years but nobody, not even the Kirchners at their most bombastic would stake a claim that all is well and no further reforms are required. 

Changes

Presidents have resigned in situations of crisis and replacement mechanisms were instrumental in preserving the Constitution and democratic practices in 1989 and in 2002/3.
In 1994 the figure of the Cabinet chief was introduced by constitutional reform. Since then occupants of the post have been secondary figures though they did act as a potential political fuse. With the appointment of Jorge Capitanich [12] in 2013 things are quite different. Having already held the post between 2002 and 2003, this time he comes to the post with the reputation of an efficient Governor of Chaco province and has just won re-election with the support of 60% of the provincial electorate. For the first time the post is in the hands of someone with his own political power base, recognised ability and presidential instructions to fully exercise the role of a Coordinator to the cabinet that the constitutional reform has granted the Cabinet Chief.

It has been in the field of economic policies where major policy swings have been most noticeable. These swings have been endorsed by the electorate ex-post facto. At least it can be said that the view of the electorate was sought.

Policies in this area have swung from the failed attempt at social democracy hamfistedly attempted by Alfonsín, followed by Menem’s savage crony liberalism, due to impatience with inefficient state-run utilities. The latest switch, from 2003 onwards, has been to validate a stronger state, acting as a more active regulator and even as an entrepreneur once again, under the Kirchners. 

From this it can be inferred that Argentina seems to prefer its own idiosyncratic and native concoction of economic policies. Internal and external observers see successive policies both as mistakes or successes. When the Financial Times, The Economist, or the IMF approved Argentina’s economic policies, the result was unprecedented unemployment, increases in the level of indebtedness to unsustainable levels and a deindustrialization that seemed to go on forever. They all undermined the economy. When this toxic policy mix was abandoned in 2002 the situation improved rapidly and sustainably for most of the post- 2003 decade.

Militancy, instead of dropping as the Kirchner’s periods in office went on and on, has increased markedly. Politics are seen as capable of delivering reforms, social improvements, employment and economic growth. 400,000 plus members of the Peronist party voted in a new chairman in Buenos Aires Province on December 15, 2013. Crowds do not have to be bribed: they good naturedly turn up to the chagrin of the opposition that cannot secure the same level of enthusiasm.

However, the most dramatic reform in 30 years is the law that was passed towards the end of Cristina Kirchner’s first term that forces all parties, not just Peronism, to select candidates through primaries that are open to all citizens. These are to be held simultaneously and where voting is an obligatory civic duty, known by the Spanish acronym for these features: PASO.
The PASO law represents a critical break with the anti-political party tradition of Peronism. Until 1983, Peronist leaders were notably reluctant to do anything not endorsed by somebody bearing the Peron surname. The evident enthusiasm for implementing the PASO law also constitutes a second welcome break with the past. Party leaders are queuing up to state that the candidates for the 2015 presidential, congressional and provincial elections are to be selected implementing the mechanisms of the PASO law. This would end a political tradition going back to 1946 that knows only one honourable exception, the movement led by Antonio Cafiero for Peronist renewal after the Peronists lost the 1983 election. It all ended badly for Cafiero, seen as a presidential hopeful. The primary mechanism instituted by Cafiero was used by Carlos Menem who secured the candidacy in 1988.  Cafiero was seen as too close to Alfonsín, by then tainted by too many policy failures.

There is another favourable notable change and it is in the political atmosphere. In these thirty years, military and guerrilla organisations have ceased to be relevant political actors, as G. Sartori would characterise them, no longer capable of making or toppling governments. In addition, civil freedoms and civil rights, vilified in the sixties and seventies as bourgeois concepts, have since 1983 reached a broad consensus. Lastly, the strawberry on the cake is an active civil society in which countless vigorous NGOs flourish, most of them seeking to guarantee or reform various democratic mechanisms. These changes in the political atmosphere constitute a political climate that is far more encouraging than the noxious airs existing prior to 1983.

2003 - 2013

The years between 2003 and 2013 have resulted in the many changes, beginning with a decrease in the level of indebtedness that so severely conditioned the economy between 1983 and 2003.

The bipartisan system that prevailed between 1983 and 2003 seems to have lost favour with the electorate. The last radical government that ended its constitutional period without any mishap was Marcelo T. de Alvear’s in 1928. Radicals have acquired the reputation of a party that does not know how to govern and they have done themselves few favours, as they are seen as notoriously reluctant to change either personnel or their way of approaching politics.

So Argentina has become a party system with one hegemonic party. Although alternation would be preferable, for alternation to operate there must be an opposition that has done a mea culpa, been refurbished and constitutes a credible alternative government. That ends the bad news in this sphere. The good news is that the hegemonic party, for its part, is becoming more democratic when choosing candidates, given the PASO law.

The weak and absent state, one outcome of the 1983-2003 period, has to an extent been replaced by a more interventionist state, active both as a regulator and running utilities when a given strategic interest is manifest or previous private owners have shown themselves to be hopelessly inefficient or corrupt, e.g. YPF, Aerolíneas Argentinas, the Post Office and the urban and the cargo railway systems.

The legislative elections of October 2013 appear to guarantee a transition to another president in 2015 with unprecedented lack of turbulence for the first time since 1983.
Outcomes for the population appear to be substantial: 
  • The GINI index, an indicator of equality, fell 20% from 0,534 in 2003 to 0,407 in 2012. The growth of employment, re-industrialization, the Universal Allocation per Child and the mobility of pensions explains the decline in inequality.
  • The wage sector, which was left with a meagre 40.2% of the National Income between 1993 and 2001, went on to receive 54% in 2012, a percentage not reached since 1954, a 34% increase.
  • The middle class has doubled from 9.3 million to 18.6 million in 2012, a 46% improvement.
  • GDP grew annually by 8.5% between 2003 and 2008. Since then, growth has been more moderate, but it has not plunged as in countries affected in a more drastic manner by the post-2008 downturn.
These figures perhaps explain why, according to Latinbarometro, democracy is consistently shown in Argentina to be the most popular form of government, with preferences regularly above 70%.

Of course, as has repeatedly been pointed out by Cristina F. de Kirchner, much more needs to be done. Disorders in December 2013 in several provinces add a new item to the list of changes required by the electorate: there is a widely felt need to reform the police forces. This seems to be in the pipeline. In this connection it should be noted that the ability of Argentine democracy to tackle reforms when they appear both overdue and feasible, instead of attempting them all at once, might yet come to be regarded as constituting one of its hidden strengths, perhaps holding the secret of surviving for thirty years despite unprecedented difficulties.

Finally, when so many items of news circulate on allegations of governmental corruption, it may be useful to question if these allegations are comparable with the corruption implicit in the fall of the share of wage and salary earners in the National Income figures. Under the last military dictatorship the share plunged from 43% in 1975 to 25% in 1977, a 42% plunge. This was by no means unprecedented; the same drop took place after 1955 and has taken place under all periods of authoritarian rule.

Given all of the above I would urge Argentines not to indulge in any form of inferiority complex with respect to Argentine democratic practices. Argentina has been generating its own way of going about reforms. 

Argentina need not follow foreign advice and models. Much of the foreign criticism comes from those with an ideological axe to grind, blatant anti-Peronism or transparently acting as advocates for one business interest or another. 

The best guarantee of autonomy and an ability to deliver outcomes that suit most Argentines is an early return to the twin surpluses that were such a refreshing feature of the 2003-2008 period, and establishing saving mechanisms capable of delivering a higher yield than the dollar as in 2002/3.

In conclusion, though Argentine democracy may have been the epitome of delegative democracy, it is showing promising signs of evolving towards democratic practices in the functioning of political parties, institutional change has been implemented through self-induced reform and through adjustments to practices that the relevant political actors see as requiring change. 

It is still more promising that it has become a system that has acquired another of the characteristics of a vigorous democracy: the ability to be self-critical and of self-correction.


[i] [13]This talk was presented at the Roundtable organized by the University of Notre Dame and the Kellogg Institute, on 10 December, 2013, at the London Centre of the University of Notre Dame.
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[11] http://en.wikipedia.org/wiki/Guillermo_O'Donnell
[12] http://en.wikipedia.org/wiki/Jorge_Capitanich
[13] http://www.microsofttranslator.com/bv.aspx?from=es&to=en&a=http%3A%2F%2F131.253.14.98%2Fbvsandbox.aspx%3F%26dl%3Den%26from%3Des%26to%3Den%23_ednref1
[14] http://creativecommons.org/licenses/by-nc/3.0/
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martes, 14 de enero de 2014

Motin policial a la britanica



Página 12, Martes, 14 de enero de 2014

por Guillermo Makin *

Desórdenes, incluyendo saqueos en Londres y varias otras ciudades británicas entre el 6 y el 11 de agosto de 2011, llevan a comparar con lo vivido en Córdoba y otras ciudades argentinas en diciembre de 2013.
El gobierno de coalición conservador-liberal demócrata impulsó desde su asunción, en junio del 2010, un programa de recortes que afectó a la policía, con rebajas presupuestarias del 20 por ciento y bajó el número de efectivos, apuntó la BBC al analizar los cortes ya en el 2010.

El Daily Telegraph (proconservador) resumió un informe independiente que se publicó sobre los desórdenes y saqueos con el titular “Los disturbios del verano fueron alentados por la inacción policial”. The Guardian (laborista) tituló también su nota sobre el mismo informe “El Estado dejó de existir”, criticando las tácticas de la policía.

Las similitudes entre las causas de los desórdenes en ambos países son sugerentes. Según The Guardian, en un estudio conjunto con la London School of Economics, las causas fueron: bronca y antipatía hacia la policía por sus excesos y su racismo, marginalidad, consumismo, desocupación del 59 por ciento en el barrio de Tottenham donde se desató todo cuando comenzaron las protestas porque la policía mató a Mark Duggan, un hombre de ascendencia afrocaribeña de 29 años.

El tema de Duggan sigue generando emanaciones socialmente tóxicas. La investigación judicial que incluyó a un jurado nunca dio con el arma que, según la policía, portaba Duggan.

Ante la furia de allegados y familiares, los policías que lo mataron fueron declarados libres de toda culpa y su carrera policial quedará sin mácula. Ese fue el fallo, dado a conocer el 9 de enero, y causó enorme descontento a la comunidad afrocaribeña, tan numerosa en Londres. El encono entre los habitantes de color de Londres y la policía se teme que seguirá.
Intrigas políticas y enjuagues ilegales con los medios de Murdoch.

No obstante, sigue la sorda lucha entre el gobierno que persiste en sus recortes y la policía. Hubo un sonado incidente en septiembre de 2012, entre el oficial de la policía Keith Wallis y Andrew Mitchell, entonces integrante del gabinete al ser jefe de la bancada gubernamental, cuando éste trató de trasponer los portones que ahora protegen la calle donde reside el primer ministro, Downing Street, con su bicicleta. Mitchell, por la importancia de su cargo, vivía en una de las tres casas del gobierno en dicha calle. La custodia policial le negó el paso, pese a conocerlo. Siguió un altercado en el cual Wallis acusó ante la prensa a Mitchell de llamar “plebeyos” a los policías y de decir que “no sabían cuál era su lugar y estorbaban su trabajo como ministro”.

Los medios se encargaron de mantenerlo en la agenda política y bautizaron el tema, que repercutió por meses y llevó a la renuncia de Mitchell, como el “plebgate”.

El 10 de enero de 2014 Wallis confesó ante el juez y se declaró culpable de mentir para enlodar la reputación de uno de los ministros más importantes. Esto revela que la policía, que apoyó siempre a Wallis, y se distanció sólo después de que éste confesó, tiene una explicación más que dar.

Con la confesión de Wallis se destapa un episodio más en la historia de la corrupción policial que aqueja a Gran Bretaña. Otros incluyen venderle información a la cadena de medios de Rupert Murdoch quien admitió el error de sus gerentes y cerró el News of the World, uno de los diarios de mayor circulación en el Reino Unido, con un promedio de cuatro millones de ejemplares diarios.

No se trata de meras sospechas o acusaciones con trasfondo político. Tras una sonada investigación hay policías presos y varios más procesados. Periodistas y ex ejecutivos del grupo Murdoch enfrentan juicios penales y en esto estuvieron metidos varios altos oficiales de la policía de Londres.

Además está el tema de la significativa renuencia policial a actuar en los disturbios y saqueos del agosto de 2011, más el detalle no menor de la muerte de unos 300 ciudadanos como promedio anual en celdas policiales mientras esperan su traslado a cárceles.

Disturbios en los cuales la policía, tanto en la Argentina como en el Reino Unido, tiene mucho que explicar, indican que hay problemas complejos que requieren reformas en ambos países.
Desde 2010, el salario policial, de unos 3100 dólares mensuales al ingresar, fue rebajado en un 16 por ciento, a 2600 dólares. Es difícil creer que los escándalos en la policía británica, particularmente en la policía de Londres, la fuerza policial más importante, no tienen conexión con lo drástico de las rebajas salariales y los despidos.

Como en toda tentativa de hacer política comparada, a poco de entrar en tema o la similitud se viene abajo o hay que conformarse con lugares comunes como concluir que en todas partes se cuecen habas. Lo cierto es que, aun en lugares donde muchos argentinos suponen no pasan estas cosas, y que sólo nos pasan a los argentinos, también pasan.

Se me ocurre que es mejor no acomplejarse con nuestra argentinidad y buscar, sin desesperar, el camino que nuestra experiencia histórica nos sugiera hacia la reforma en el terreno que fuera.

* Investigador Senior Asociado al Centro de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Cambridge.