Página 12, Martes, 14 de enero de 2014
por Guillermo Makin *
Desórdenes, incluyendo saqueos en Londres y varias otras ciudades británicas entre el 6 y el 11 de agosto de 2011, llevan a comparar con lo vivido en Córdoba y otras ciudades argentinas en diciembre de 2013.
El gobierno de coalición conservador-liberal demócrata impulsó desde su
asunción, en junio del 2010, un programa de recortes que afectó a la policía,
con rebajas presupuestarias del 20 por ciento y bajó el número de efectivos,
apuntó la BBC al analizar los cortes ya en el 2010.
El Daily Telegraph (proconservador) resumió un informe independiente que
se publicó sobre los desórdenes y saqueos con el titular “Los disturbios del
verano fueron alentados por la inacción policial”. The Guardian (laborista)
tituló también su nota sobre el mismo informe “El Estado dejó de existir”,
criticando las tácticas de la policía.
Las similitudes entre las causas de los desórdenes en ambos países son
sugerentes. Según The Guardian, en un estudio conjunto con la London School of
Economics, las causas fueron: bronca y antipatía hacia la policía por sus
excesos y su racismo, marginalidad, consumismo, desocupación del 59 por ciento
en el barrio de Tottenham donde se desató todo cuando comenzaron las protestas
porque la policía mató a Mark Duggan, un hombre de ascendencia afrocaribeña de
29 años.
El tema de Duggan sigue generando emanaciones socialmente tóxicas. La
investigación judicial que incluyó a un jurado nunca dio con el arma que, según
la policía, portaba Duggan.
Ante la furia de allegados y familiares, los policías que lo mataron
fueron declarados libres de toda culpa y su carrera policial quedará sin
mácula. Ese fue el fallo, dado a conocer el 9 de enero, y causó enorme
descontento a la comunidad afrocaribeña, tan numerosa en Londres. El encono
entre los habitantes de color de Londres y la policía se teme que seguirá.
Intrigas políticas y enjuagues ilegales con los medios de Murdoch.
No obstante, sigue la sorda lucha entre el gobierno que persiste en sus
recortes y la policía. Hubo un sonado incidente en septiembre de 2012, entre el
oficial de la policía Keith Wallis y Andrew Mitchell, entonces integrante del
gabinete al ser jefe de la bancada gubernamental, cuando éste trató de
trasponer los portones que ahora protegen la calle donde reside el primer
ministro, Downing Street, con su bicicleta. Mitchell, por la importancia de su
cargo, vivía en una de las tres casas del gobierno en dicha calle. La custodia
policial le negó el paso, pese a conocerlo. Siguió un altercado en el cual
Wallis acusó ante la prensa a Mitchell de llamar “plebeyos” a los policías y de
decir que “no sabían cuál era su lugar y estorbaban su trabajo como ministro”.
Los medios se encargaron de mantenerlo en la agenda política y
bautizaron el tema, que repercutió por meses y llevó a la renuncia de Mitchell,
como el “plebgate”.
El 10 de enero de 2014 Wallis confesó ante el juez y se declaró culpable
de mentir para enlodar la reputación de uno de los ministros más importantes.
Esto revela que la policía, que apoyó siempre a Wallis, y se distanció sólo
después de que éste confesó, tiene una explicación más que dar.
Con la confesión de Wallis se destapa un episodio más en la historia de
la corrupción policial que aqueja a Gran Bretaña. Otros incluyen venderle
información a la cadena de medios de Rupert Murdoch quien admitió el error de
sus gerentes y cerró el News of the World, uno de los diarios de mayor
circulación en el Reino Unido, con un promedio de cuatro millones de ejemplares
diarios.
No se trata de meras sospechas o acusaciones con trasfondo político.
Tras una sonada investigación hay policías presos y varios más procesados.
Periodistas y ex ejecutivos del grupo Murdoch enfrentan juicios penales y en
esto estuvieron metidos varios altos oficiales de la policía de Londres.
Además está el tema de la significativa renuencia policial a actuar en
los disturbios y saqueos del agosto de 2011, más el detalle no menor de la
muerte de unos 300 ciudadanos como promedio anual en celdas policiales mientras
esperan su traslado a cárceles.
Disturbios en los cuales la policía, tanto en la Argentina como en el
Reino Unido, tiene mucho que explicar, indican que hay problemas complejos que
requieren reformas en ambos países.
Desde 2010, el salario policial, de unos 3100 dólares mensuales al
ingresar, fue rebajado en un 16 por ciento, a 2600 dólares. Es difícil creer
que los escándalos en la policía británica, particularmente en la policía de
Londres, la fuerza policial más importante, no tienen conexión con lo drástico
de las rebajas salariales y los despidos.
Como en toda tentativa de hacer política comparada, a poco de entrar en
tema o la similitud se viene abajo o hay que conformarse con lugares comunes
como concluir que en todas partes se cuecen habas. Lo cierto es que, aun en
lugares donde muchos argentinos suponen no pasan estas cosas, y que sólo nos
pasan a los argentinos, también pasan.
Se me ocurre que es mejor no acomplejarse con nuestra argentinidad y
buscar, sin desesperar, el camino que nuestra experiencia histórica nos sugiera
hacia la reforma en el terreno que fuera.
* Investigador Senior Asociado al Centro de Estudios Latinoamericanos de
la Universidad de Cambridge.
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