jueves, 10 de octubre de 2013

En el 2013 la salud política, la institucional y la partidaria son mejores que en 1975/76

 9 October 2013 at 14:28 

Comparar el comportamiento de instituciones políticas y partidarias en 1975/76 con conductas observables en el 2013, proyectables al 2015, demuestra una evolución favorable con algunos baches no necesariamente insanables. 

En 1975, ante un deterioro de la situación política, económica y social de la cual era responsable, Maria E. M de Perón sufre una serie de quebrantos en su salud que comienzan en julio de 1975 y se prolongan hasta diciembre del mismo año. 

 El entonces ministro del Interior, también Vicepresidente del PJ, Ángel F. Robledo, me dijo en una entrevista en 1980, que en 1975 le había explicado a la Presidente, camino a inaugurar el Congreso del PJ en el Teatro Cervantes, que “la imagen presidencial estaba muy deteriorada”. 

En el 2013, no se podría decir lo mismo. Hay deterioro pero es el natural de la gestión y el pasaje del tiempo, no es terminal como era el de Isabel en 1975/76. El Partido Justicialista en 1975 estaba dividido entre los partidarios de una serie de licencias presidenciales como proponía Robledo y verticalistas cuya propuesta era apoyar a la presidente incondicionalmente, sin proponer alternativas y obstaculizando la actividad legislativa del Congreso. 

Otra diferencia fundamental es que el PJ de 1975 no disponía de un mecanismo legal, ni una inclinación de su cúpula, a ningún procedimiento que produjera candidatos. Entre el 2013 y el 2015 un PJ disciplinado tras CFK, dispone de las PASO para vigorizarse política y democráticamente con un debate y una competencia pre-electoral interna. 

El gobernador Daniel Scioli presidió el Consejo Nacional del PJ, convocó así al partido y revalidó el papel de las PASO para decidir las candidaturas en el 2015. De esta manera apuntaló una de las principales reformas políticas del gobierno. 

Los gabinetes de Isabel Perón tenían como anexo una puerta giratoria. Los Kirchner tienen equipos estables para ejecutar sus directivas o implementar iniciativas surgidas del gabinete o la mesa chica. 

La única excepción ha sido el Ministerio de Economía. Del 2003 al 2010 estuvo Néstor Kirchner. 

Durante el segundo semestre de 1975 Antonio Cafiero, secundado por un aquilatado grupo de técnicos, corrigió muchos de los desajustes y desafueros heredados del apuro de Perón, que según le había dicho a Alfredo Gómez Morales sabía que se moría, y de los delirios de Celestino Rodrigo y Conrado M. Zinn. 

Hoy la máxima autoridad económica está dispersa. Se siente la ausencia de Néstor Kirchner y, sin alcanzar la gravedad de 1975-76, se han acumulado distorsiones. 

Mientras hubo aciertos entre el 2003 y el 2010 el viento político fue favorable. Ya no lo es. El electorado, sin efectuar un abandono total, se muestra airado y reticente. En este plano de la situación, la evolución desde 1975/76 no es tan favorable como lo es en otros aspectos, y requiere pronta atención presidencial o de una sola mano en la que la presidente confíe plenamente. 

No hay tanto que sincerar como en 1975/76 pero las tensiones se acumulan y las reservas del Banco Central no paran de caer. 

Dadas las dificultades con el manejo del gabinete por la decaída salud política de Maria E. M de Perón emergió, años mas tarde con la incorporación vía la reforma constitucional de los 90, la figura del Jefe de Gabinete que permite a un presidente delegar el manejo del gabinete y la administración. Ningún presidente ha usado al Jefe de Gabinete plenamente, pero, por lo menos existe como resorte institucional. 

En 1975, Ítalo A. Luder, como Presidente Provisional del Senado hacia las veces de vice-presidente pero contra la voluntad de la Presidente, asumió el poder durante la licencia de ésta en Ascochingas en septiembre y octubre. No quiso tomar ninguna medida contra la viuda de Perón ni estuvo dispuesto en los meses siguientes a apoyar a los que proponían un juico político a una presidente incapaz y cuestionada. 

En 2013, y presumiblemente hasta el 2015, la presidente seguirá siendo capaz, políticamente experimentada, cuestionada solo por el espectro político opositor y las usuales defecciones peronistas. 

Esta es quizás la diferencia más sustancial con el 75/76: la presencia de una titular del Ejecutivo con probada capacidad y experiencia política. 

También, se dispone de un vicepresidente de imagen pública deteriorada pero disponible para cumplir su papel institucional. 

 Ahora, en las cercanías de la Presidente, el titular de la Secretaria Legal y Técnica, Carlos A. Zannini, se compara favorablemente con José López Rega y su sucesor Ricardo González. Es un alivio saber que Zannini no se dedica a la magia y es un experimentado funcionario. 

Tampoco hay influencias a distancia como la de López Rega, que determinaba gabinetes desde Puerta de Hierro en Madrid a través de su yerno Raúl Lastiri, huésped clandestino en Olivos. 

El Congreso en 2013 sesiona, y seguramente lo hará hasta el 2015, aprueba leyes fundamentales como el presupuesto. No debería llevar a preocuparse que algún peronista se mude al sol que más caliente. Es lo normal en política y no solo en el peronismo. 

En 1975/76, la provincia de Buenos Aires, el territorio política y económicamente más importante, el gobernador, Victorio Calabró, si no conspiraba con Jorge R. Videla y compañía, por lo menos ostentaba su desdén hacia la presidente. 

La postura de Daniel Scioli no podría ser más diferente. Exhibe lealtad y construye en lo institucional y partidario. 

En resumen, en el 2013 y seguramente hasta el 2015, el sistema político institucional argentino no es un dechado de perfecciones. No obstante, puede mostrar una evolución favorable al compararlo con el caos político, institucional y económico del 1975/76.

 (*) En base al materia documental original recogido como trabajo de campo para su tesis doctoral del la Universidad de Cambridge de 1984.

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