jueves, 24 de octubre de 2013

Ya no está la corte que llevó el peronismo a perder el poder en 1955 y 1976

por Guillermo Makin(*) 

Cambridge, Reino Unido, 23 de octubre, 2013. 

Las referencias al papel que juega la mesa chica y particularmente el encargado de la Secretaria Legal y Técnica, así como la relación de la presidente con el gabinete y el rol de familiares presidenciales merecen una comparación con las referencias a los que estaban cerca de Perón en los años 50 y de los Perón en 1975/76, es decir la corte. 

Desde 1983 la corte en el sentido sultanático, dejó de existir. Solo quedaron los “guardianes” de los que habla David Easton, normales en todo sistema político. 

La explicación quizá pueda surgir de que toda clase política en general y los políticos en particular siempre operan siguiendo una visión particular de la historia, notoriamente perceptible al entrevistarlos, enfocada sobre las razones que a su entender llevaron a que sus predecesores tuvieran dificultades políticas y perdieran el poder. 

La eliminación de la corte junto con otras características de la política argentina hasta 1976 podría explicarse a partir de este procesamiento de la realidad por políticos. Esta hipótesis permite ver los cambios desde 1976 como evolutivos y racionales a partir de un procesamiento por políticos de la historia antes que resultando de una mera y espontánea evolución genética. 

 Primera corte peronista  

Después de la muerte de Eva Perón, según Andrés Framini, líder textil que pasó a dirigir la CGT, liderando la resistencia peronista a partir de 1955 y llegando a ser electo gobernador de Buenos Aires en 1962, cargo que los militares no le permitieron ejercer, es una voz autorizada. Sostuvo: "Perón se rodea de obsecuentes. En el Ministro de Trabajo y Previsión hay una enorme corrupción al desaparecer la influencia que ella tenía, y los gremios sólo buscaban favores”. 

Framini agrega que tanto los trabajadores como las bases se daban cuenta del estado de cosas. 

Dado el escándalo reinante cuando se lo despidió a Juan Duarte, el hermano de Eva Perón, que era el secretario privado de Perón en 1953, se habló mucho de la corte que rodeaba al presidente, no sólo la oposición sino también los miembros del régimen. 

Hasta Perón mismo se quejó después de la renuncia de Juan Duarte, hermano de Eva y secretario privado del Presidente, que ‘estoy rodeado de adulones y alcahuetes’ Fue un discurso que llegó a todo el país, adquirió gran resonancia y fue citado con frecuencia en la ola de panfletos que comenzó a fines de 1954. Eran impresos en los mimeógrafos de las parroquias y se los circulaba a oficiales de las fuerzas armadas. 

Robert Potash, en el tomo que cubre el 55, concuerda que la muerte de Eva fue crucial. Escribe que no hubiera permitido que la residencia presidencial se convirtiera en un harén. Corte con harén en orilla lo sultanatico. 

Una de las consecuencias dentro de la corte de Perón de la ausencia de Eva Perón y la corrupción que detectaran hasta seguidores en las altas esferas de gobierno, fue la influencia que adquirió el Ministro de Educación y Culto, A. Méndez San Martín. Según el Almirante Aníbal Olivieri, ministro de marina y Alfredo Gómez Morales, ministro de Asuntos Económicos a principios de la década de los 50, la campaña contra la Iglesia católica fue posible, primero, por la influencia de aquél y segundo porque Perón estuviera, dado su cansancio, receptivo a iniciativas tóxicas como fue la de iniciar una campaña contra la iglesia católica. Potash concuerda. 

El recientemente fallecido politólogo español residente en EEUU, Juan Linz, concordó en Yale, New Haven, durante una entrevista en diciembre de 1980 que “la política argentina tiene un aspecto cortesano y este aspecto tiene un enorme poder explicativo”. 

Las consecuencias de la muerte de Eva Perón son una manifestación del peso de la política cortesana así como las incontables instancias de obsecuencia. 

Otros factores que contribuyeron a un malsano predominio presidencial, y de ahí lo cortesano, fueron tres: 
  •  el carisma del líder 
  • que Perón impidiera, pese a sostener que había que organizarse, que el movimiento peronista se convirtiera en un partido político en el cual las políticas se debaten internamente y el personal político surge de un proceso de elecciones internas. 
  • la excesiva y a-crítica docilidad de legisladores, gremialistas y afiliados.  
 
La segunda y fatal corte peronista de los setenta 
 
En 1954/55 el peso de lo cortesano es decisivo para explicar un error como la campaña contra la iglesia llevó a la caída de Perón. 
 
Entre 1974 y 1976 con Perón envejecido y enfermo y un movimiento trastornado por 18 años de proscripción, lo cortesano toma un papel explicativo aún más fuerte. 
 
El Dr. Jorge Taiana, uno de los médicos de Perón tras su regreso en 1973, relata aspectos típicamente cortesanos en su libro “El último Perón”. Proporcionó más detalles en una entrevista en su departamento. 
 
Relata que dado que Perón padecía de una cardiopatía isquémica las prácticas hechiceriles de Jose Lopez Rega a las cuales, según Taiana Perón era susceptible por su ascendencia indígena aceleraron el deterioro de Perón. 
 
Arguye Taiana que la conducta de Isabel fue culposa al negarse con Lopez Rega a instalar una unidad coronaria en Gaspar Campos donde vivió Perón hasta trasladarse a Olivos tras su tercera elección a la presidencia en 1973. 
 
Todo conspiró, según Taiana, para que Perón llegara a la presidencia cuando no tenía interés en la misma y muriera anticipadamente por los descuidos y rigores a los que lo sometían como el viaje a la flota de mar o a Uruguay, al Paraguay o a Atucha. 
 
En un acta depositada en la Escribanía General de la Nación los médicos declararon tras informar a un gabinete atónito en enero de 1974 que Perón no llegaría a vivir un año y que probablemente sobreviviría seis meses más. 
 
Lopez Rega negaba que fuera cierto “que se va morir este faraón”, alegaba. 
 
Tras una crisis terminal al regresar del Paraguay que duró 12 días, Perón murió el 1 de julio de 1974. 
 
Ricardo C. Guardo, presidente de la Camara de Diputados entre 1946 y 1947 y ministro de defensa en enero de 1976, opinaba que "la política cortesana actuaba poderosa y nocivamente porque no tenía el contrapeso de un partido político propiamente dicho.El Brujo Lopez Rega aporta a la corte el elemento rasputinesco". 
 
Personificaba la corte para los jerarcas del peronismo ya en 1971/72. Cuando vino Isabel a la Argentina en 1965 se le apersonó alegando haber sido miembro de la custodia de Perón, lo cual no era cierto. Por manejos poco claros se lo había apartado de su papel marginal en la misma. En 1965 exageró su cercanía a Perón. Cuando Isabel planeaba su regreso a Madrid se ofreció a viajar con ella. Cuando se lo consultó Perón habría dicho “si quiere trabajar que venga”. 
 
E. Pavón Pereyra y Gomez Morales coinciden que Lopez Rega que progresó de mucamo lavacoches a secretario privado, hizo que llegar a Perón fuera poco menos que imposible. A los incautos les hacia pagar U$S 100. 
 
Jorge Antonio lo echó a patadas escaleras abajo de su oficina. 
 
La llegada de Perón a su tercera presidencia, que no le interesaba según Taiana y A. F. Robledo, fue por mecanismos cortesanos. 
 
De regreso al país en julio de 1973 y tras otra crisis cardiaca, el gabinete se reúne en Gaspar Campos en el primer piso porque Perón no podía bajar las escaleras y menos subirlas. Aún así Isabel y Lopez Rega demoraron la instalación de un ascensor. 
 
Como en toda corte el tema de la salud del que ostentaba el poder era sujeto a manejos cortesanos. 
 
Al reunirse con Perón, Campora como Presidente siempre repetía según A. F. Robledo, ministro de defensa, la siguiente pantomima diciendo tras cuadrarse: “Mi General, soy consciente que el pueblo me ha votado a mi porque no pudieron votarlo a Usted. Estoy dispuesto a renunciar para que el pueblo lo pueda votar”. Según Robledo Perón invariablemente respondía: “No Campora, de ninguna forma, Ud. es el Presidente.” 
 
Pero tras el nuevo episodio cardíaco Lopez Rega pide “La Señora agradecería que los ministros no se retiraran así podrían tomar un café con ella”. Ya en la planta baja Isabel agresiva y emocionalmente pidió que se le informara “qué papel iba a cumplir el General Perón porque si lo iban a usar como a Franco para exhibirlo en un balcón la semana que viene me vuelvo a Madrid con el General”. 
 
Campora repitió su ofrecimiento y Lopez Rega, sin atribuciones para ello, le aceptó la renuncia. Así Perón, que sabía de su enfermedad según Taiana, Gomez Morales y Robledo, fue ablandado por Isabel y Lopez Rega obrando sobre la capacidad volitiva reducida que resultaba de su enfermedad y terminó aceptando ser candidateado por un mecanismo cortesano. 
 
Hay indicios que en mayo y junio Perón se aprestaba a deshacerse de Lopez Rega pero la muerte llegó primero. 
 
Muerto Perón la influencia de Lopez Rega se expandió. Pese a que políticos como Ricardo Balbín líder de la UCR, le reprocharon públicamente a Isabel por el “entorno”, palabra con que por entonces se aludía a la corte, el poder de Lopez Rega careció de límites hasta julio de 1975. 
 
Gomez Morales cuenta que en una ocasión a principios de 1975 hablando ya como Ministro de Economía con M. E. M. de Perón para convencerla de que eran necesarios ajustes cambiarios, de precios y de tarifas, la Presidente le pasó un papelito en el que escribió” “cuidado nos están grabando” y que al preguntar quien dijo “Lopez Rega”. 
 
Días después, continuó Gomez Morales, como las medidas no salían por la inexperiencia de la presidenta que no lideraba firmando ella en primer término los decretos sometidos a su firma, indicando así que los ministros debían seguirla, Gomez Morales se encontró con que la presidenta rompió a llorar. Ante el llanto Lopez Rega salió de atrás de las cortinas y lo increpó severamente por hacer que la Presidenta llorara. 
 
Lopez Rega fue echado por un mecanismo típicamente cortesano. El general Alberto N. Laplane, a cargo del ejército a mediados de 1975 tras la crisis del Rodrigazo, le ordena a la guardia presidencial, los Granaderos, que le impidieron llegar a la presidente y se lo puso en un avión a Madrid. 
 
Sin embargo desde Puerta de Hierro donde se hospedó como si fuera su casa, digitaba los nombramientos de los numerosos ministros que vertiginosamente entraban y salían del gabinete boicoteando toda tentativa razonable que permitiera llegar a las elecciones de diciembre de 1976. 
 
Esas mecánicas cortesanas desde 1983 dejaron de ser un componente de la política argentina. ¿Porqué? ¿Será que todos sabían y procedieron en consecuencia? 
 
 
(*) Asociado al Centre de Estudios Latinoamericanos, Universidad de Cambridge. 
 
Esta nota se basa en material documental original que proviene del trabajo de campo relacionado con la tesis doctoral de la autor aprobada en 1984.

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